miércoles, 19 de marzo de 2014

Raúl Martín, el poli bueno de los tapetes

El pool español tiene tres nombres propios por encima del resto: Francisco Díaz, David Alcaide y Fran Sánchez. Es cierto que este último no está tan volcado con el billar americano en las últimas fechas y pretende abrirse un camino en el snooker, pero esos tres jugadores son los auténticos fueras de serie españoles. Después de ellos hay varios nombres propios de altísimo nivel. Y entre ellos se está ganando un sitio Raúl Martín Muela (Elche, 21-09-1983) a base de trabajo y ambición.

En la primera prueba de la actual Copa de España de bola-10, el ilicitano eliminó a Alcaide por un contundente 7-1. Más de uno no se lo podía creer al mirar el marcador, pero él no perdió la compostura en ningún momento. Ni siquiera le dio la mayor importancia y no porque no sepa el caché de su rival, sino porque su batalla es contra sí mismo y es consciente de que tan fácilmente estás arriba un día como abajo. Pero lo importante es estar ahí, plantando batalla.


“Cuando gané el set a Alcaide, no puedo decir que no me sintiese bien, pero es cierto que en lo que pensaba es que únicamente había conseguido acceder a cuartos. Solo podía pensar en que quería llegar a semifinales. Sin embargo, al día siguiente, en el set contra Manu Montejo no me rodaron tan bien las bolas como contra Alcaide, que me rodaron a la perfección. Estuvo muy bien la victoria, pero la habría disfrutado mucho más si hubiese ganado o, en su defecto, caído en semifinales o en la final”, recuerda Martín.


Los inicios de Raúl, como los de casi todos los jugadores, son peculiares. Llevaba el billar en los genes. Coger el taco y entronerar una bola tras otra es algo innato para él, que desde pequeño vio jugar a su padre en torneos locales y regionales. Incluso sus dos hermanos mayores hacían sus pinitos sobre el tapete. Era el deporte familiar por excelencia. Con ocho añitos, el billarista de Elche recibió en su Comunión un regalo muy especial por parte de un amigo de su padre: su primer taco. Ahí comenzó todo.

Raúl Martín, durante una partida contra Manu Montejo

Ya con 12 años, Raúl comenzó a competir en una liga local por equipos, en un bar regentado por su familia. Su primer torneo individual tuvo que esperar hasta los 15 años de edad, en los recreativos Dum-Dum de su ciudad natal, que disponía de ocho mesas Longoni de nueve pies. Raúl finalizó tercero y se llevó así su primer trofeo, así como un bono de horas gratuitas de entrenamiento.

Pero Martín Muela aún no era consciente al cien por cien de dónde se metía. De hecho, hay una anécdota que a muchos sorprenderá. El billarista se marchó a Murcia para competir por primera vez fuera de su residencia con el fin de jugar varias pruebas y conseguir la clasificación para el Campeonato de España. Y la logró. Lo que no sabía es que, una vez en la cita nacional, se iba a encontrar con más jugadores valencianos que le informaron de la existencia de un circuito regional en la Comunidad Valenciana del que él no tenía conocimiento. Un año más tarde se apuntó a él.

Desde el año 2010, el ilicitano compagina su pasión por el pool con su profesión de Policía Nacional. Buscaba una estabilidad económica y tiempo libre para poder competir asiduamente al billar, y encontró en el Cuerpo el lugar perfecto para ello. Actualmente, se ejercita dos días a la semana, con sesiones de cuatro a cinco horas. Y cuando llega el fin de semana hace lo más que le gusta: competir. Eso sí, si hay torneo. De lo contrario, regresa a los entrenamientos.

Su evolución ha sido progresiva y no hace mucho que consiguió el mayor de sus éxitos. El año pasado, en Oviedo, finalizó primero en la tercera prueba del Circuito Nacional de la Copa de España Masterpool. Ese trofeo lo guarda como oro en paño. “Me hizo ver que, efectivamente, puedo ganar torneos nacionales”, afirma el billarista, que, eso sí, también guarda un grato recuerdo de su primer título regional. “Me emocioné mucho cuando gané allí por primera vez”, afirma.

¿Pero cómo reaccionan sus amigos cuando les dice que juega al billar y empuña el taco? Pues como casi todos los que ven a un jugador de nivel. “A todo el mundo que no practica este deporte les parece impresionante cuando te ven, pero porque se trata de un deporte minoritario y muy poca gente lo practica en el entorno común de amistades. Por eso, muchas veces tengo que comentarles que hay muchas otras personas que lo practican y que juegan incluso mejor. Les hago ver lo difícil que es ganar cualquier torneo”, explica Raúl, que, como el billar le venía de familia, encontró siempre en ella un punto de apoyo: “Siempre me ha apoyado, sobre todo mi hermano mayor, Javi, que es, después de mí, el que más ha salido a competir y sabe lo realmente difícil que es ganar”.

El ilicitano, en el pasado Campeonato de España.
El hecho de ver jugar tanto a su padre hace que éste sea precisamente el jugador al que más admira. “Realizaba muchos golpes de fantasía a muchas bandas y con mucho control de bola blanca. Yo alucinaba. Recuerdo una final de un torneo que se celebró en nuestro bar contra Carrasco, uno de los que más nivel tenía en Elche en esa época. Fue impresionante. Mi padre se jugaba bolas dificilísimas, dando espectáculo”. No solo su padre le ha servido de inspiración. Ángel Palao también fue uno de sus iconos.

Ya en edad adulta, Raúl empezó a “alucinar” con otros muchos jugadores. Si por él fuera, la lista nunca acabaría, pero se atreve a dar algunos nombres: “Alcoberro, Víctor Tapies, Raúl Hebles, Paris Comas, Liébana, Javi Muñoz, Dani Gaspar, Sami Kadur, Toño Fazanes, Manu Montejo, José Luis González 'Jepy', Héctor del Amo, Carlos Cabello, Francisco Díaz, David Alcaide, etcétera. Todos ellos tienen sus características y talento particular. En mi opinión, el más completo es David Alcaide, pero cada uno tiene su magia y todos son impresionantes”.

Más de uno se habrá extrañado al no ver el nombre de Fran Sánchez entre los elegidos. La razón es más simple de lo que parece. El murciano merece una mención aparte: “Actualmente le admiro mucho, no solo por su juego y talento, sino también por su trato y respeto hacia los demás dentro y fuera de la mesa. Aprendo mucho de él. Cuando tengo ocasión, entreno con él y absorbo de su juego todo lo que puedo”. Quizá sea ésta una de las razones por las que Raúl Martín, el poli bueno de los tapetes, ha dado tanta guerra en sus últimas apariciones. Y la que le queda por dar.

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