El pool español tiene tres nombres
propios por encima del resto: Francisco Díaz, David Alcaide y Fran
Sánchez. Es cierto que este último no está tan volcado con el
billar americano en las últimas fechas y pretende abrirse un camino
en el snooker, pero esos tres jugadores son los auténticos fueras de
serie españoles. Después de ellos hay varios nombres propios de
altísimo nivel. Y entre ellos se está ganando un sitio Raúl Martín
Muela (Elche, 21-09-1983) a base de trabajo y ambición.
En la primera prueba de la actual Copa
de España de bola-10, el ilicitano eliminó a Alcaide por un
contundente 7-1. Más de uno no se lo podía creer al mirar el
marcador, pero él no perdió la compostura en ningún momento. Ni
siquiera le dio la mayor importancia y no porque no sepa el caché de
su rival, sino porque su batalla es contra sí mismo y es consciente
de que tan fácilmente estás arriba un día como abajo. Pero lo
importante es estar ahí, plantando batalla.
“Cuando gané el set a Alcaide, no
puedo decir que no me sintiese bien, pero es cierto que en lo que
pensaba es que únicamente había conseguido acceder a cuartos. Solo
podía pensar en que quería llegar a semifinales. Sin embargo, al
día siguiente, en el set contra Manu Montejo no me rodaron tan bien
las bolas como contra Alcaide, que me rodaron a la perfección.
Estuvo muy bien la victoria, pero la habría disfrutado mucho más si
hubiese ganado o, en su defecto, caído en semifinales o en la final”,
recuerda Martín.
Los inicios de Raúl, como los de casi
todos los jugadores, son peculiares. Llevaba el billar en los genes.
Coger el taco y entronerar una bola tras otra es algo innato para él,
que desde pequeño vio jugar a su padre en torneos locales y
regionales. Incluso sus dos hermanos mayores hacían sus pinitos
sobre el tapete. Era el deporte familiar por excelencia. Con ocho
añitos, el billarista de Elche recibió en su Comunión un regalo
muy especial por parte de un amigo de su padre: su primer taco. Ahí
comenzó todo.
Raúl Martín, durante una partida contra Manu Montejo |
Ya con 12 años, Raúl comenzó a
competir en una liga local por equipos, en un bar regentado por su
familia. Su primer torneo individual tuvo que esperar hasta los 15
años de edad, en los recreativos Dum-Dum de su ciudad natal, que
disponía de ocho mesas Longoni de nueve pies. Raúl finalizó
tercero y se llevó así su primer trofeo, así como un bono de horas
gratuitas de entrenamiento.
Pero Martín Muela aún no era
consciente al cien por cien de dónde se metía. De hecho, hay una
anécdota que a muchos sorprenderá. El billarista se marchó a
Murcia para competir por primera vez fuera de su residencia con el
fin de jugar varias pruebas y conseguir la clasificación para el
Campeonato de España. Y la logró. Lo que no sabía es que, una vez
en la cita nacional, se iba a encontrar con más jugadores
valencianos que le informaron de la existencia de un circuito
regional en la Comunidad Valenciana del que él no tenía
conocimiento. Un año más tarde se apuntó a él.
Desde el año 2010, el ilicitano
compagina su pasión por el pool con su profesión de Policía
Nacional. Buscaba una estabilidad económica y tiempo libre para
poder competir asiduamente al billar, y encontró en el Cuerpo el
lugar perfecto para ello. Actualmente, se ejercita dos días a la
semana, con sesiones de cuatro a cinco horas. Y cuando llega el fin
de semana hace lo más que le gusta: competir. Eso sí, si hay
torneo. De lo contrario, regresa a los entrenamientos.
Su evolución ha sido progresiva y no
hace mucho que consiguió el mayor de sus éxitos. El año pasado, en
Oviedo, finalizó primero en la tercera prueba del Circuito Nacional
de la Copa de España Masterpool. Ese trofeo lo guarda como oro en
paño. “Me hizo ver que, efectivamente, puedo ganar torneos
nacionales”, afirma el billarista, que, eso sí, también guarda un
grato recuerdo de su primer título regional. “Me emocioné mucho
cuando gané allí por primera vez”, afirma.
¿Pero cómo reaccionan sus amigos
cuando les dice que juega al billar y empuña el taco? Pues como casi
todos los que ven a un jugador de nivel. “A todo el mundo que no
practica este deporte les parece impresionante cuando te ven, pero
porque se trata de un deporte minoritario y muy poca gente lo
practica en el entorno común de amistades. Por eso, muchas veces
tengo que comentarles que hay muchas otras personas que lo practican
y que juegan incluso mejor. Les hago ver lo difícil que es ganar
cualquier torneo”, explica Raúl, que, como el billar le venía de
familia, encontró siempre en ella un punto de apoyo: “Siempre me
ha apoyado, sobre todo mi hermano mayor, Javi, que es, después de
mí, el que más ha salido a competir y sabe lo realmente difícil
que es ganar”.
El ilicitano, en el pasado Campeonato de España. |
El hecho de ver jugar tanto a su padre
hace que éste sea precisamente el jugador al que más admira.
“Realizaba muchos golpes de fantasía a muchas bandas y con mucho
control de bola blanca. Yo alucinaba. Recuerdo una final de un torneo
que se celebró en nuestro bar contra Carrasco, uno de los que más
nivel tenía en Elche en esa época. Fue impresionante. Mi padre se
jugaba bolas dificilísimas, dando espectáculo”. No solo su padre
le ha servido de inspiración. Ángel Palao también fue uno de sus
iconos.
Ya en edad adulta, Raúl empezó a
“alucinar” con otros muchos jugadores. Si por él fuera, la lista
nunca acabaría, pero se atreve a dar algunos nombres: “Alcoberro,
Víctor Tapies, Raúl Hebles, Paris Comas, Liébana, Javi Muñoz,
Dani Gaspar, Sami Kadur, Toño Fazanes, Manu Montejo, José Luis
González 'Jepy', Héctor del Amo, Carlos Cabello, Francisco Díaz,
David Alcaide, etcétera. Todos ellos tienen sus características y
talento particular. En mi opinión, el más completo es David
Alcaide, pero cada uno tiene su magia y todos son impresionantes”.
Más de uno se habrá extrañado al no
ver el nombre de Fran Sánchez entre los elegidos. La razón es más
simple de lo que parece. El murciano merece una mención aparte:
“Actualmente le admiro mucho, no solo por su juego y talento, sino
también por su trato y respeto hacia los demás dentro y fuera de la
mesa. Aprendo mucho de él. Cuando tengo ocasión, entreno con él y
absorbo de su juego todo lo que puedo”. Quizá sea ésta una de las
razones por las que Raúl Martín, el poli bueno de los tapetes, ha
dado tanta guerra en sus últimas apariciones. Y la que le queda por
dar.
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